Las cosas que flotan

Bogotá, 25 de enero de 2019
Observatorio de Paisaje
Maria Cecilia Galindo Oñate.



La gravedad, esta sí es una cualidad de los elementos visuales que me entretiene. El peso de los objetos y su imposible liviandad. El color del aire, del humo del motor diésel, del tabaco al quemarse, del bosque de las llanuras del Magdalena al arder.
La sombra de los aviones sobre el agua del mar, la luz reflejada, los pequeños trozos de polvo que bailan en el aire. La música tiene algo de esto, cuando flota en el aire con una dirección en el espacio.

Gravedad, "gobierna la ubicación y la interrelación de las formas"(Wong,1995). Cuando los objetos flotan. Como cuando olvidas las palabras que denominan el mundo circundante. Cuando el agua salada te sostiene y se detiene en tus oídos, la gravedad es otra, no es del aire.  Cuando hablas y no te entienden y debes volver a repetir la idea. Pero es en vano, no entienden así te escuchen. La palabras flotan en el espacio, se diluyen intentado construir la idea.

La gravedad, esa sensación que siento cuando se mueve el edificio donde vivo,  al momento en que un  sismo en algún lugar de Colombia destruye o  transforma un paisaje. Quedo suspendida en la silla que se mueve como una cuna, que inestabilidad para mis oídos. Cuanto anhelo de bajar corriendo las escaleras para evitar morir. Pero ahí mismo llega la gravedad y me atrae al piso, nos movemos lentamente y bajamos, sí bajamos la voz, quizás pronto cese este vaiven. Vivo en una aguja que percibe los movimientos de la tierra cercana.